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Reticencia a la vacunación contra la COVID-19 entre los pacientes con cáncer de la sangre

Rena Conti1, Jesper Akesson2, Elisa Weiss3, Maria Sae-Hau3, Marialanna Lee3, Gabriela Gracia4, Brian Connell3, Lucy Culp3, Robert Metcalfe1,2
1 Boston University, Boston, MA
2 The Behaviouralist, Londres, RU
3 The Leukemia & Lymphoma Society, Rye Brook, NY
4 Investigadora independiente

Contexto
Los pacientes con cáncer, y específicamente quienes tienen cáncer de la sangre, se encuentran entre los más vulnerables a las interrupciones en la atención y a los malos resultados relacionados con la infección por la COVID-19.1,2,3 Las directrices de los CDC de enero de 2021 priorizan a los pacientes con cáncer en el grupo de vacunación ‘1c’ según esta evidencia.4 Las directrices nacionales sobre la práctica clínica5 y los grupos de defensa formados por médicos destacados6 recomendaron que los pacientes con cáncer de la sangre se vacunen, y sugieren que los beneficios esperados superan a los riesgos. Sin embargo, no sabemos en qué medida los pacientes con cáncer muestran reticencia a la vacuna. *


Objetivos
Realizamos una encuesta en línea en todo el país a pacientes y sobrevivientes de cáncer de la sangre sobre sus experiencias y actitudes relacionadas con la COVID-19 y las vacunas contra la COVID-19, y usamos una muestra de conveniencia de pacientes y sobrevivientes de cáncer de la sangre con direcciones de correo electrónico válidas que están en la base de datos constitutiva de la Sociedad de Lucha contra la Leucemia y el Linfoma. En total, 6,516 pacientes y sobrevivientes respondieron la encuesta, con un índice de respuesta de aproximadamente el 7 %.


Métodos
El resultado principal tiene que ver con las actitudes relacionadas con la vacuna, específicamente las respuestas de los encuestados a la pregunta: ‘Imagínese que su médico le ofrece una vacuna gratuita contra la COVID-19 en enero de 2021. ¿Qué tan probable es que decida vacunarse?’ calificada con una escala de Likert de cinco puntos (muy poco probable, poco probable, ni probable ni poco probable, probable y muy probable). Se registraron y clasificaron los fundamentos de las respuestas a esta pregunta. También les preguntamos a los encuestados: 1) si la COVID-19 afectó a su atención médica, sus finanzas y su apoyo social y de qué manera lo hizo; 2) acerca de sus creencias relacionadas con la COVID-19 y su compromiso con las conductas para proteger la salud (por ejemplo, llevar una mascarilla o lavarse las manos con frecuencia); y 3) acerca de sus características demográficas. La encuesta se realizó entre el 1 y el 21 de diciembre de 2020.


Presentamos las respuestas promedio como el resultado principal. Realizamos pruebas t de las diferencias en las proporciones para analizar de qué manera las actitudes con respecto a la vacuna se relacionan con otras creencias y conductas asociadas a la salud. También realizamos tres regresiones con el modelo de probabilidad lineal (LPM, por sus siglas en inglés) para correlacionar las actitudes de los participantes con respecto a la vacuna con otras variables observables (por ejemplo, sus características demográficas y si respondieron la encuesta antes o después de que las vacunas de Pfizer y Moderna hayan sido autorizadas para su uso de emergencia en los Estados Unidos [que ocurrió el 10 de diciembre de 2020]).8,9 Los resultados de estas regresiones son tres variables binarias. La primera variable toma el valor de uno si el encuestado dice que es ‘muy poco probable’ o ‘poco probable’ que se vacune, y cero si dice lo contrario. La segunda variable toma el valor de uno si el encuestado dice que no es ‘ni probable ni poco probable’ que se vacune, y cero si dice lo contrario. La tercera variable toma el valor de uno si el encuestado dice que es ‘probable’ o ‘muy probable’ que se vacune, y cero si dice lo contrario. Verificamos la solidez de los resultados de la regresión con la estimación de un modelo logístico multinomial y una nueva ponderación de los datos de modo tal que la población reflejara mejor a la población general de pacientes con cáncer de la sangre en los Estados Unidos (mediante una segunda ponderación de la raza/etnia, género y edad). Solo reportamos resultados que son estadísticamente significativos en un nivel del 5 %. Usamos el software estadístico Stata (versión 16) para hacer el análisis de los datos. La Junta de Revisión Institucional de Boston University aprobó este estudio.


Resultados
La edad promedio de los encuestados es de 64 años, el 59.8 % son mujeres y el 70 % tiene un título de educación superior o más (Tabla 1). Además, el 86.5 % se identifica como blanco o caucásico, el 6.5 % se identifica como negro o afroamericano y el 4.7 % se identifica como hispano o latino. 


Descubrimos que el 17 % de los encuestados dice que es poco probable o muy poco probable que se vacune (Figura 1). Entre quienes se muestran reticentes a la vacuna (es decir, quienes afirman que es ‘poco probable’ o ‘muy poco probable’ que se vacunen), los dos motivos más comunes (ambos el 54 %) son inquietudes sobre los efectos secundarios y una creencia de que las vacunas “no se analizarán/no se han analizado correctamente” (Figura 2). Con respecto a otros encuestados, quienes se muestran reticentes a la vacuna tienen muchas más probabilidades (14.6 puntos porcentuales) de decir que no creen que tendrían que ser hospitalizados si contrajeran COVID-19 (Anexo 1). También tienen muchas más probabilidades (5 puntos porcentuales) de decir que no creen que contraerán COVID-19. 


Los encuestados que se muestran reticentes a la vacuna también tienen muchas menos probabilidades de adoptar conductas para proteger la salud (Anexo 2). Por ejemplo, tienen una probabilidad de 3.8 puntos porcentuales menos de decir que han usado mascarilla y una probabilidad de 1.6 puntos porcentuales más de decir que no tomaron otras medidas preventivas.

 
Mediante la regresión con el LPM, descubrimos que la reticencia a la vacunación se puede predecir considerablemente según la edad; los participantes más grandes tienen más probabilidades de decir que se vacunarán si la vacuna está disponible (Anexo 3). La reticencia a la vacunación es menor entre los encuestados que se identifican como blancos y mayor entre las mujeres (7.5 puntos porcentuales). Quienes viven en áreas rurales o suburbanas también tienen más probabilidades (en promedio, 6.2 y 9.4 puntos porcentuales respectivamente) de mostrarse reticentes a la vacuna en comparación con los encuestados que viven en áreas urbanas. Además, más de un tercio de los participantes que respondieron después de que las vacunas contra la COVID-19 recibieron la autorización de emergencia, tuvo muchas más probabilidades (3.7 puntos porcentuales) de decir que se vacunaría en comparación con quienes respondieron la encuesta antes de la autorización.


Ninguno de los resultados mencionados más arriba cambia notoriamente cuando se vuelven a ponderar los datos (de edad, género y raza/etnia) ni cuando se usan especificaciones estadísticas alternativas.


Limitaciones
Se desconoce si estos resultados se generalizan a grupos de pacientes con cáncer o a poblaciones raciales y étnicas más grandes que están subrepresentadas en la población de la encuesta o a quienes tienen niveles más bajos de educación (aunque el análisis que volvimos a ponderar sugiere que los resultados sí se generalizan). Tampoco está claro si las intenciones declaradas de vacunarse contra la COVID-19 se traducen en una conducta de vacunación real.10-12


Análisis
Llevamos a cabo la encuesta más grande y más oportuna sobre las actitudes, experiencias y conductas relacionadas con la COVID-19 en pacientes y sobrevivientes de cáncer de la sangre. Descubrimos que poco menos de uno de cada cinco pacientes y sobrevivientes de cáncer reporta reticencia a la vacunación. Los motivos más frecuentes de la reticencia a la vacunación son consistentes con el hecho de que las vacunas actualmente disponibles no se probaron en estos tipos de pacientes (los pacientes y sobrevivientes de cáncer se excluyeron de estos ensayos), pero inconsistentes con las recomendaciones recientes de los expertos en salud pública y cáncer que creen que los beneficios de la vacunación superan a los riesgos.13 


Nuestro hallazgo sobre la prevalencia de la reticencia a la vacunación se puede comparar con el de la encuesta de Kaiser Family Foundation (KFF) que se realizó casualmente en la misma época en diciembre de 2020 y que reportó menores índices de reticencia a la vacunación. KFF determinó que el 71 % de la población general definitivamente o probablemente se vacunaría si los científicos afirmaran que es seguro y si la vacuna estuviera disponible de forma gratuita versus el 70 % de los encuestados de nuestra muestra. KFF también estableció que de las familias en las que alguien tenía una afección de salud grave (con una definición que incluye el cáncer), el 78 % definitivamente o probablemente se vacunaría.14 Si bien puede sorprender el hecho de que nuestro número es levemente menor que estos cálculos (debido a los riesgos más significativos de morbilidad y mortalidad en los pacientes con cáncer de la sangre que contraen COVID-19), el mayor grado de reticencia entre los pacientes con cáncer de la sangre también puede reflejar una mayor incertidumbre subyacente relacionada no solo con la seguridad, sino también con la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 para esta población específica. De hecho, aunque las directrices nacionales y los grupos de médicos recomiendan que los pacientes con cáncer de la sangre se vacunen, observan que se desconoce la eficacia (es decir, el grado en el que los pacientes con cáncer desarrollan inmunidad cuando se vacunan), y existe la inquietud de que los pacientes con un cáncer de la sangre tendrán una menor respuesta inmunitaria que la población general.5


También descubrimos que los participantes se volvieron más optimistas con respecto a la vacunación contra la COVID-19 cuando la FDA aprobó las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna. Esto sugiere que la reticencia puede verse influida por la difusión de la información que surge, la acción del gobierno y la disponibilidad de la vacuna, lo que transforma la oportunidad hipotética de la vacunación en algo real.


Consecuencias políticas
Los pacientes, médicos y legisladores necesitan datos sobre la eficacia de las vacunas contra la COVID-19 en los pacientes con cáncer para aportar información a la práctica. Para superar la reticencia a la vacunación, es posible que sea necesario enviar mensajes claros, consistentes y culturalmente adecuados a los pacientes con cáncer, resaltando los riegos de la infección por la COVID-19 y los beneficios de la vacunación. También es importante aumentar la diversidad de participantes en los ensayos de la vacuna contra la COVID-19 de modo que los participantes sean de las comunidades más afectadas por el virus.15 Las directrices también podrían considerar los beneficios de ofrecer vacunas a los cuidadores de los pacientes con cáncer para reducir la transmisión de la COVID-19 y mejorar el acceso a la atención. 


*La reticencia a la vacunación, según la Organización Mundial de la Salud, es “la demora en aceptar vacunas seguras o el rechazo a dichas vacunas pese a la disponibilidad de los servicios de vacunación”.7

Para obtener más información, consulte nuestra Página de recursos sobre la COVID-19.